Es un paisaje prodigioso de formaciones geométricas, dinámico, diverso, lúdico y laberíntico. La obra invita al observador a ingresar en su territorio y encontrar en la multiplicidad de sus diseños, señales y signos del antiguo arte peruano: el “terror al vacío”, la dualidad antagónica de los llenos y vacíos, personajes zoomorfos o símbolos encriptados.
Una composición colorida llena de evocaciones milenarias, que podría ser la configuración geométrica del paisaje Sojo, un territorio donde se integran la diversidad natural y cultural, el antagonismo y dinamismo de su historia, y, sobre todo, el colorido carácter que sostiene la fuerza y esperanza de su población.