El árbol, símbolo de la vida, se deshoja en otoño. Esa sola imagen conlleva y escenifica un proceso trascendente de transformaciones previas a un nuevo comienzo. Las hojas que vuelan y caen son manifestaciones de ese tiempo de transición que antecede al día en que inicia algo nuevo, y forman una atmósfera de ensueño de colores como reverberaciones de dudas, temores y esperanzas expresadas a través de los trazos fuertes del pincel y el esgrafiado.
Así como el árbol se deshoja bajo el influjo del clima, la casa Sojo va declinando a sus efectos y a la carga de un tiempo “otoñal”. Un nuevo comienzo vendrá para ella, pero, a diferencia del árbol, cuyas transformaciones son del dominio de la naturaleza, las obras humanas requieren ser intervenidas por su voluntad y acción.